Yo que lo intenté, yo que luché y nunca me rendí.

Te creías aire que entras en mis pulmones, te creías tierra que pisaba bajo mis pies. Pero no, solo eres el vano recuerdo de un tiempo mejor, un sentimiento oculto bajo la tela del corazón con el que lucho para olvidar.


Efímera vida que te escapas de mis manos antes que quiera darme cuenta. Huyes de repente, en cuanto consigo las respuestas a mis preguntas. Te escondes y yo vuelvo a empezar. Vuelvo a caerme y tropezar. Con la misma piedra, la que me dejas en mis narices una y otra vez. Esa que se hunde en el fondo de mi corazón. Así, sin más, sin previo aviso. Que me mata poco a poco, despacito. 

No hay comentarios: