-Vayamos lejos- le suplicó Abril. No tenía fuerzas para llorar, no le quedaban ni para eso. Estaba abatida, noqueada, derribada, destruida y mil adjetivos más que se quedaban cortos. La voz le tartamudeaba y hacía días que no probaba ni un bocado. No tenía nada más que perder, o eso creía ella. De repente se tambaleó.
-Abril!- le cogió segundo antes de que se callera- tienes que aguantar.
Otra vez no, pensó ella. El pecho se le encogió súbitamente. Pum-pum, pum-pum. Otra taquicardia más. Sentía que se caía por un barranco frío y oscuro. El problema no era caer, ya se había acostumbrado a eso con los años. El problema es que no veía fin. Esa pesadilla era infinita. En cambio sus fuerzas no.
-Donde quieres ir pequeña? Te llevaré tan lejos como quieras, pero aguanta- le decía él intentando encontrar un resquicio de esperanza en sus ojos.
Pum-pum, pum-pum
- A cualquier otro lugar- le dijo con un hilo de voz.
-Tranquila. Si es necesario te cojo con mis propias manos, pero te llevaré- le dijo mientras derramaba una lágrima dulce. Era demasiado tarde, no le podía oír. Se había desmayado.
3 comentarios:
Me encanta la camiseta de las fots!
El texto es precioso, pero muy triste... es tuyo?
A veces no es un lugar concreto, no? a veces es solo la compañía...
¡Qué mágico es este texto Magda! Este y el anterior. Los leo ahora porque Blogger borra mi lista de lectura cuando le apetece, pero me encantan. Y las fotografías también.
-Donde quieres ir pequeña? Te llevaré tan lejos como quieras, pero aguanta- le decía él intentando encontrar un resquicio de esperanza en sus ojos.
Cuando alguien está dispuesto a hacer lo que sea por descubrir la esperanza en nuestros ojos... ese es el mejor sentimiento que existe (L)
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